¿Puede la esquizofrenia afectar a la vida sexual?
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La afectividad y la sexualidad son una parte inherente al humano. Desde los primeros años de vida, buscamos cercanía e intimidad con nuestros cuidadores primarios y creamos esquemas acerca de cómo son las relaciones. Mediante la experiencia que nos brindan los diferentes vínculos inter personales (amigos, pareja, familia, etc.), se desarrolla y construye nuestra capacidad para amar y mantener relaciones íntimas de pareja.
En las personas con enfermedad mental, el derecho a una sexualidad saludable se ha visto limitado por múltiples barreras que han frenado y perturbado un correcto desarrollo evolutivo. Tanto es así que tan solo una de cada tres personas con esquizofrenia se siente satisfecha con su vida sexual.
Ante esta dura realidad, cabe cuestionarse hasta qué punto y de qué manera la enfermedad, la medicación o los condicionantes externos influyen en el funcionamiento sexual de estas personas. Hoy vamos a reflexionar sobre ello.
El desarrollo psicosexual en la esquizofrenia
Cualquier tipo de trastorno mental tiene un impacto sobre el desarrollo sexual de la persona. En el caso de la esquizofrenia, la falta de habilidades sociales o el déficit cognitivo pueden provocar impulsividad o falta de control, disminuyendo las oportunidades para experimentar y desarrollar relaciones íntimas saludables. El resultado es una carencia en la adquisición de habilidades y, por tanto, una menor capacidad de adaptación psicoafectiva.
Pero, además, existen otros condicionantes que interfieren y bloquean el desarrollo sexual, entre los que destacan:
1. Los entornos no normalizados. Las unidades de día, hospitales, centros especiales de empleo en muchas ocasiones sirven como caldo de cultivo para reforzar comportamientos disfuncionales, ya que en ellos se relacionan con personas con sus mismas problemáticas, a la vez que se restringen las oportunidades para conocer a gente con las que formar una relación de pareja (tan solo el 14% de las personas con enfermedad mental crónica tiene pareja estable y un 18% afirma no tener ningún amigo).
2. Un apoyo terapéutico y familiar deficitario. La falta de naturalidad por parte de los profesionales sanitarios y/o familias a la hora de abordar el tema sexual, la escasez de espacios dignos y privados donde poder satisfacer las necesidades sexuales, así como una carente educación en este área, implican, en muchos casos, que la conducta sexual tenga que buscar otras vías menos adaptadas para poder desarrollarse.
3. Los prejuicios y estereotipos. Pensar que son seres hipersexuados, con conductas perturbadoras o peligrosas, o simplemente que no necesitan tener relaciones afectivas íntimas, son algunas de las muchas ideas que durante años han constituido una gran barrera para la integración en el entorno comunitario.
4. Historia clínica. Las enfermedades físicas asociadas a este colectivo como la hipertensión, la diabetes o las enfermedades coronarias también podrían contribuir a la disfunción eréctil. Además, existe una alta prevalencia de historia de abusos sexuales (más en mujeres que en hombres).
Los antipsicóticos, ¿cómo influyen en la vida sexual?
La búsqueda de una mejora en el funcionamiento sexual supone una de las razones de peso por las que muchas personas con esquizofrenia abandonan la medicación a largo plazo (hasta un 41% en el primer año de una muestra de personas con la enfermedad tratada con antipsicóticos).
Según las estimaciones, el 54-88% de los varones y el 30-94% de las mujeres con esta enfermedad experimentan disfunción sexual mientras toman medicación. En cambio, la investigación clínica al respecto indica que la mayoría de estas personas mantendrá su disfunción sexual a pesar de no seguir con los neurolépticos. Por tanto, ¿qué parte de estos problemas se explican por el efecto farmacológico?
En un estudio realizado con tres grupos de una muestra de hombres (grupo 1 con esquizofrenia y tratamiento de neuroléptico, grupo 2 con esquizofrenia y con más de 6 meses sin tratamiento, y grupo control sin enfermedad mental) las diferencias entre ambos fueron claras; los grupos con esquizofrenia mostraban más problemas sexuales que el grupo control en general. Los pacientes tratados con medicación manifestaron menor disminución del deseo, pero mayores problemas en la erección, el orgasmo y la satisfacción general.
Por tanto, los neurolépticos aunque mejoran los síntomas propios del cuadro clínico y, por tanto, inciden en una mayor capacidad para relacionarse e involucrarse en relaciones íntimas, por otro lado, interfieren negativamente en el buen funcionamiento de la respuesta sexual (excepto en el deseo) y pueden estar en la base de muchas disfunciones sexuales.
El futuro: ampliar la visión de un tratamiento integral
Concebir la sexualidad como una parte más del total de capacidades y/o necesidades de la persona con esquizofrenia y englobar todas ellas en su proyecto de vida, supone un reto, en camino, para conseguir una verdadera inclusión en la sociedad y mejorar la calidad de vida de las personas con esquizofrenia. El apoyo terapéutico debe incluir, por tanto, una adecuada educación sexual que permita romper con los prejuicios que bloquean el acceso a la comunidad, así como una mejora en los efectos secundarios de la medicación que repercuten en una respuesta sexual saludable.