Al igual que en el caso del hombre, la conducta sexual de la mujer ha recibido la influencia de la sociedad, de la cultura y de la religión. Por ello el concepto y la interpretación de la sexualidad femenina ha evolucionado a lo largo de la historia y ha determinado en buena medida el comportamiento sexual de la mujer y en general todos sus planteamientos en materia sexual.
1.- LOS CONDICIONAMIENTOS SOCIALES
Con la finalidad de mantener el orden social y el dominio sobre las gentes, numerosas religiones y estados han mantenido durante siglos unos estrictos principios morales que suponían la represión de los instintos y la inadmisión de un sinfín de conductas sexuales por considerarse contrarias a los valores establecidos.
En el caso de la mujer, esta represión ha sido casi siempre más intensa, pues carecía de la libertad sexual de que gozaba el varón, y era cruelmente marginada y castigada si no cumplía las normas socialmente correctas en materia sexual. A menudo su función se limitaba a complacer al varón y a la crianza de los hijos.
Pero con el paso del tiempo, y especialmente en este siglo en Occidente, se ha producido una radical transformación de estos planteamientos; a partir de la década de los 60 y la denominada revolución sexual, la sexualidad humana adquirió un nuevo significado y se aceptó como un instinto natural que debía ser aceptado en todas sus dimensiones y contemplado desde una perspectiva igualitaria entre hombre y mujer.
Los descubrimientos científicos, la incorporación de la mujer al mundo laboral y el desarrollo de métodos anticonceptivos fiables fueron factores determinantes en este cambio de mentalidad.
Las nuevas concepciones sobre sexualidad permitieron a la mujer introducir cambios en su conducta sexual, tales como participar activamente en la unión sexual, tomar la iniciativa , probar nuevas técnicas para dar y obtener mayor placer y expresar libremente sus verdaderos sentimientos y deseos.
Por otro lado, desde la Prehistoria la mujer ha centrado su actividad y desarrollo personal en el plano de las emociones y de los sentimientos, principalmente a causa de su papel de madre, mientras que el hombre debía ocuparse fundamentalmente del desarrollo de sus facultades físicas, puesto que debía afrontar el cuidado y la defensa de la familia en difíciles condiciones de subsistencia.
Ello ha contribuido a que la mujer tienda a considerar el acto sexual como una muestra de ternura, de seguridad y de aceptación de su integridad personal, dotándole así de una carga emocional más intensa que el hombre, cuya sexualidad es más agresiva y en ocasiones no se encuentra tan vinculada a los sentimientos. Pero no hay que olvidar que estos planteamientos son consideraciones generales que sin duda pueden variar en cada persona y en cada pareja.
La sociedad continúa ejerciendo su influencia sobre la conducta sexual de hombres y mujeres, y aunque se ha conseguido eliminar falsos mitos y tabúes que rodeaban el acto sexual, todavía es necesaria una mayor concienciación para tratar libremente todos los aspectos de la sexualidad, sin culpabilidad, vergüenza o pudor.
2.- EL ASPECTO FÍSICO
Tener una imagen positiva del propio cuerpo es fundamental para la autoestima de las personas y para que sus relaciones con los demás transcurran con normalidad, sin complejos ni frustraciones. Sin embargo, nos encontramos en una sociedad en la que se atribuye una importancia desmedida a la apariencia corporal, que es considerada como factor clave del éxito; los medios de comunicación difunden constantemente imágenes de cuerpos esculturales, extremadamente delgados y estilizados.
Cada época tiende a establecer unos cánones de belleza determinados, y actualmente parece ser que triunfa un arquetipo de mujer alta, esbelta y con pechos grandes, lo que es poco frecuente porque las mujeres no tienden a acumular tejido graso en las mamas, sino en otras partes del cuerpo como los muslos o en torno a las caderas.
Entonces, del mismo modo en que la preocupación de los hombres por su aspecto físico se suele centrar en el tamaño del pene, las mujeres se inquietan por el tamaño de sus pechos. A menudo piensan que los tienen demasiado pequeños o demasiado grandes, muy juntos o muy separados, asimétricos o con una forma no atractiva, etc.
La mayoría de las mujeres que tiene pechos pequeños cree que para los hombres es muy importante que tengan pechos grandes, pero las investigaciones han demostrado que sólo la mitad de los hombres considera los pechos como una de las partes más deseables del cuerpo femenino, y muchos de ellos afirman preferir los pechos pequeños.
Por otro lado, las cremas y lociones que prometen un aumento del pecho generalmente son un fraude, pues nunca modifican la morfología de los senos ni su volumen, y a menudo lo único que hacen es tonificar la piel, e incluso en ocasiones pueden llegar a ser nocivos. Tampoco el ejercicio puede incrementar la cantidad de tejido glandular de los pechos: puede fortalecer y afirmar los músculos pectorales y aumentar ligeramente el contorno del busto, pero no el tamaño de los pechos en sí.
Por el momento, el único método que realmente ha dado resultado es la mamoplastia de aumento, intervención quirúrgica que consiste en insertar una prótesis entre la glándula mamaria y el músculo pectoral. Hay tres tipos:
- La prótesis rellenada con gel de silicona. Esta operación no tiene por qué interferir en la posibilidad de amamantar ni afectar a la sensibilidad del pezón, pero entraña algunos posibles efectos negativos como una excesiva cicatrización, infecciones o una sensación tirante en el pecho. Además conlleva todos los riesgos de cualquier cirugía realizada con anestesia general. También es conveniente recordar que recientemente algunos expertos han desaconsejado este método, por los efectos secundarios que podría provocar a largo plazo; actualmente se están realizando diversas investigaciones para averiguarlos y para conocer hasta qué punto existe conexión entre los implantes de silicona y algunas enfermedades. Asimismo, se están llevando a cabo estudios para determinar qué otros implantes pueden ser efectivos.
- La prótesis de silicona envuelta en una delgada película de poliuretano. Son más caras y presentan menos problemas de cicatrización, pero las mujeres delgadas con una piel fina pueden experimentar una deformación del seno al separar o elevar el brazo, de forma que se aprecia la existencia de la prótesis.
-La prótesis hinchable, consistente en un pequeño globo hemisférico que se rellena con suero fisiológico. En ocasiones la prótesis se deshincha y deja escapar el suero, lo que hace necesaria una nueva intervención.
En cualquier caso, la decisión de aumentar el pecho mediante la cirugía debe ser meditada con detenimiento, siendo consciente de los beneficios y de los riesgos que puede conllevar. Asimismo, se recomienda consultar a varios especialistas para contar con suficiente información y conocer diferentes opiniones en relación al caso particular.
Las mujeres que tienen los pechos demasiado grandes y ello les cause lesiones de columna o les resulte doloroso o molesto, pueden optar por la cirugía de reducción, consistente en la extracción de parte del tejido adiposo y glandular. Aunque esta operación es algo más complicada que la efectuada para el aumento del pecho y deja cicatrices visibles, si es necesaria, resultará beneficiosa.
La forma del pecho y de los pezones varía mucho de unas mujeres a otras, y con frecuencia no son iguales entre sí: la forma o el tamaño de un pecho o de un pezón pueden ser diferentes a la del otro, pero se trata de algo normal que afecta a muchas mujeres y que no tiene mayor importancia.
3.- LA PRIMERA EXPERIENCIA SEXUAL
La palabra virgen designa a la persona que no ha mantenido relaciones sexuales. Aunque ahora su uso es genérico para ambos sexos, lo cierto es que se emplea especialmente al referirse a la mujer, puesto que se relaciona con la presencia del himen, una membrana fina y elástica que cruza la vagina cerca de la entrada de la misma.
Durante siglos y todavía actualmente en algunas culturas, se exige a la mujer ser virgen al contraer matrimonio, y la prueba de ello la constituye el sangrado por la rotura del himen durante la primera relación sexual. Pero se ha comprobado que la elasticidad del himen puede dar lugar a que éste quede intacto después de varios contactos sexuales, y por otro lado, la ausencia del mismo no supone que se haya producido una relación sexual, puesto que la práctica de algunos deportes puede llegar a romperlo, o éste puede ir desapareciendo de forma natural, sin necesidad de que previamente se haya realizado una penetración. Además, salvo en casos excepcionales, presenta unas perforaciones que permiten la salida al exterior del flujo menstrual. Incluso después del nacimiento de un niño, pueden quedar restos del himen en forma de flecos irregulares en la entrada de la vagina.
Aunque la sociedad occidental tiende progresivamente a aceptar las relaciones sexuales prematrimoniales, la primera experiencia sexual de la mujer suele tener un significado más complejo a nivel personal y social que en el caso del hombre. Muchas jóvenes la aceptan como un paso más en su desarrollo y realización personal, y aunque en la mayoría de los casos el primer compañero sexual no será el definitivo, la relación sexual contribuye generalmente a reforzar los vínculos sentimentales de la pareja en ese momento.
Pero para otras jóvenes el concepto de virginidad sigue teniendo mucha importancia, y a ello suelen unírsele ciertos temores como el posible dolor en la primera relación sexual, vergüenza por no saber qué hacer en esos momentos, sentimientos de culpabilidad, miedo a embarazos no deseados y a las enfermedades de transmisión sexual. Una adecuada educación sexual puede contribuir a eliminar estos temores y ayudar a las jóvenes a aceptar su sexualidad naturalmente y con madurez. Además es necesario que la pareja reflexione y ambos estén plenamente convencidos de que desean realizar el acto sexual.
Por otro lado, muchos expertos recomiendan las relaciones sexuales durante la juventud y especialmente de forma previa al matrimonio, para adquirir experiencia en materia sexual y para prevenir posibles incompatibilidades, desajustes o tensiones que podrían debilitar posteriormente la relación.
4.- LA MASTURBACIÓN
La masturbación es una actividad sexual que consiste en estimular los propios órganos genitales con la finalidad de obtener placer.
Algunas personas comienzan a practicarla en la infancia, pero es más frecuente en la adolescencia, y en muchas ocasiones también se realiza durante la edad adulta. Recientes estudios han demostrado que entre el 90 y el 95% de los chicos y el 63% de las chicas adolescentes se masturba con regularidad, y con menos sentimientos de culpabilidad que en épocas anteriores.
Durante décadas la masturbación ha sido considerada contraria a la moral y causante de muchos males, pero los estudios científicos y una mayor educación sexual han contribuido a desterrar este mito y a adoptar una nueva perspectiva de esta actividad, que resulta beneficiosa para el aprendizaje sexual y para satisfacer los deseos sexuales, aunque no debe entenderse como sustitutiva del coito.
Las investigaciones llevadas a cabo por Kinsey pusieron de manifiesto que aquellas mujeres que habían practicado la masturbación tenían muchas más probabilidades de alcanzar el orgasmo durante el primer año de relaciones sexuales que aquellas que desconocían la masturbación.
Asimismo, Masters y Johnson indicaron que la autoestimulación de los órganos genitales puede suavizar los dolores lumbares que a veces acompañan a la menstruación y provocar un aumento del flujo menstrual.
Se calcula que las jóvenes se masturban entre una y 20 veces al mes, pero la frecuencia puede variar en cada persona, ya que se depende de numerosos factores.
La masturbación no entraña ningún riesgo para la salud física o mental de la persona que la practica, pero se considera un trastorno cuando se recurre a ella con demasiada frecuencia y de forma compulsiva para evitar afrontar problemas de cualquier índole, es decir, cuando se establece como vía de escape ante las dificultades.
En condiciones normales, los padres no deben recriminar esta práctica ni reprender a sus hijos por llevarla a cabo, sino aconsejarles en todo aquello que sea necesario para que desarrollen una vida sexual satisfactoria.
5.- LA FANTASÍA SEXUAL
La fantasía sexual es una ensoñación erótica que proporciona excitación sexual a la persona que la imagina.
La conducta sexual del hombre presenta una mayor tendencia que la de la mujer a la utilización de estos estímulos imaginarios durante la masturbación o el coito. Sin embargo, son muchas las mujeres que tienen fantasías sexuales, y sus argumentos coinciden en su mayoría con los de los hombres. Los más frecuentes son:
- figurarse tener relaciones sexuales con un hombre diferente al marido o compañero habitual
- imaginar ser objeto de una violación, llevada a cabo por uno o varios hombres
- pensar en actividades homosexuales con otra mujer
- evocar contactos sexuales anteriores
- fantasías violentas, en las que se establece una relación sádica o masoquista; la mujer desempeña el papel de dominadora ante un hombre sumiso que ha de complacerla, o bien es ella la que debe satisfacer todos los deseos de un hombre autoritario.
Otros temas que aparecen en las fantasías sexuales de hombres y mujeres son el incesto, la prostitución, relaciones sexuales con personas muy jóvenes o de otras razas, etc.
La mayoría de las fantasías gira en torno a situaciones o actividades sexuales que el individuo nunca ha experimentado, y que generalmente no tiene la intención de llevar a cabo en la realidad. Se trata de meras ensoñaciones que resultan positivas e inofensivas, a menos que interfieran en la conducta habitual del individuo o que sean su única fuente de estimulación sexual.
martes, 21 de abril de 2009
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